En la actualidad hemos perdido el sentido común en cuanto a la alimentación, comiendo en exceso y desproporcionadamente en relación a nuestras capacidades digestivas y a lo que nos movemos.
Con la alimentación energética intentamos seguir la lógica del sentido común, eligiendo aquellos alimentos que son más adecuados a la constitución y condición de cada persona.
Reaprendemos a alimentarnos con los alimentos que utilizaban nuestros ancestros: cereales integrales, legumbres y semillas que tienen todos los nutrientes necesarios para ser metabolizados por nuestro organismo, dejando de utilizar todos aquellos alimentos refinados como el arroz blanco carente de nutrientes que ha de “robar” a nuestro organismo para poder ser metabolizado.
Es básico que nuestra alimentación se base en productos de la zona en la que vivimos y de la estación en la que estamos. Si nosotros no respetamos estos criterios llegará un momento en el que nuestros hijos no sabrán en que época del año crece cada verdura ni si son propias o de otros lugares, perjudicando día a día su salud sin ser conscientes de ello.
Por medio de la alimentación consciente y con sentido llegamos a un equilibrio físico, mental y emocional en el que sabemos afrontar cualquier situación que la vida nos ofrece con aceptación, energía y coraje sin que nada del exterior nos saque de nuestro centro.
